El curriculo escolar es un extenso documento que detalla el plan de estudios de una etapa, es decir, qué enseñar, cuando, en qué momento y de qué manera.
Solemos entender el curriculo escolar como un documento cerrado e inamovible. Su compleja articulación y su organización en materias y cursos escolares de progresión vertical tiende a ofrecernos una visión lineal y compartimentada de los contenidos y los conocimientos que abarca cada asignatura y favorece que, dadas las condiciones en las que se desarrolla la práctica docente (clases cortas, horarios fragmentados y sin conexiones entre materias, etc..) a menudo utilicemos el curriculo como guia pero también como límite, como frontera que dificulta la conexión con otros conocimientos.
El documento de 378 páginas del decreto que establece el curriculo actual para Secundaria y Bachillerato envuelve nuestra práctica docente definiendo el ámbito de conocimiento de nuestra asignatura y sus contenidos, pero al mismo tiempo nos aisla de otros conocimientos que suceden precisamente en el aula del al lado, o en los momentos previos o posteriores a nuestro trabajo en el aula.
Pero los contenidos no son conocimientos estancos, sino que evolucionan, se transforman y se completan desde otros enfoques disciplinares. ¿Sabemos cuales son los nexos de nuestra materia con otras materias? ¿los tenemos en cuenta al planificar las clases y las actividades? ¿sabemos donde se abren caminos que conectan las artes con las ciencias? ¿la literatura con la geografía o la historia?
Si bien la organización del sistema educativo español para las etapas de primaria y secundaria no es precisamente flexible y transversal, nada impide que establezcamos aproximaciones personales a sus directrices, que definamos itinerarios propios que en momentos puntuales transiten entre materias, hipervínculos que nos lleven hacia otros contenidos, otras asignaturas y otros enfoques, estableciendo complicidades con otros docentes y diseñando actividades que propicien aproximaciones poliedricas a los contenidos, visiones múltiples que involucren saberes y disciplinas diversas, aproximaciones que evidencien los vínculos y la contaminación entre asignaturas.
Una lectura transversal del curriculo es un buen ejercicio para activar este tipo de aproximación. Revisar los contenidos de otras materias desde la mirada de nuestra asignatura ¿De qué manera, en el caso concreto de las materias relacionadas con la educación plástica y visual, se relacionan los contenidos de otras asignaturas con los recursos y materiales que activamos en nuestras aulas?
Intervenir el curriculo es hacerle preguntas, cuestionar su linealidad y buscar otras configuraciones que, desde posiciones transversales, conecten los aprendizajes y construyan relatos en conexión con otras materias pero también con cuestiones de índole social y personal, con los grandes desafios de nuestra contemporaneidad y con saberes no legitimados curricularmente pero que forman parte de la vida de los estudiantes.




